La isla en los fiordos era fría y ventosa. Rodeada de un mar azul claro y montañas rocosas, con hilitos de nieve, tenía una vegetación rala pero intensa, abundante en musgos mullidos.
En una playita nos sentamos a comer langostinos, crema de caviar y ajo, panes de todo tipo, cordero crudo con miel, salmón, fiambres y un queso noruego marrón. Todo acompañado de té y café – nada de cerveza o vino...
Cuando volvimos el sol seguía brillando como si tal cosa, ¡y eran más de las 10 de la noche!
De la serie “On the road”
No hay comentarios:
Publicar un comentario